Crónica / Coque Malla, Pamplona (Teatro Gayarre, 20/11/2018)

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Texto y fotos, por Javier Escorzo.

Publicado originalmente en Diario de Noticias.

 

FECHA: 29/11/2018

LUGAR: Teatro Gayarre

INCIDENCIAS: Prácticamente lleno. Acompañaron a Coque el pianista David Lads y el cuarteto de cuerdas (bautizado como Cuarteto Irrepetible, como la propia gira) formado por Juan Luis Gallego (violín), Gala Pérez (violín), Juan Pérez de Albéniz (chelo) y Sergio Sola (viola).

 

IRREPETIBLE. MÁGICO. INOLVIDABLE.

 

Parece un tópico, pero es una gran verdad: quien aspire a desarrollar una carrera larga en el mundo de la música, tendrá que estar preparado para las subidas y también para las bajadas. Coque Malla vivió un éxito arrollador con Los Ronaldos, pero le costó arrancar en solitario. A pesar de que sus discos tenían calidad, no conseguía conectar con el gran público. En dos ocasiones visitó Pamplona (en la Escuela Navarra de Teatro y en el Subsuelo), y las dos veces lo hizo solo, sin su banda. Con su último álbum de estudio, “El último hombre en la tierra”, consiguió una diana tan certera que subió varios escalones de golpe. Volvió a visitarnos, pero en una sala grande (Zentral), y ya con toda su banda. Después llegó el directo “Irrepetible”, que no hizo más que prolongar su momento dulce, y ahora consigue superarse a sí mismo con una mini gira en la que se hace acompañar por un excelso cuarteto de cuerda y un pianista, con los que profundiza el los sonidos orquestales que pueblan sus últimas composiciones. Solo va a hacer cuatro conciertos con este formato, por lo que fue una autentica suerte que uno de ellos se celebrase en Pamplona.

Con el teatro rozando el lleno, salieron los músicos y desgranaron los primeros acordes de ‘La señal’, que ya desveló las claves de la noche: medios tiempos, melodías redondas, arreglos de ensueño y Coque liderándolo todo, muy seguro de sí mismo, con su elegantísimo traje blanco, su guitarra acústica y su voz. El milagro al que alude la letra de ‘Santo, Santo’, la siguiente canción que interpretaron, se consumó. La conexión mágica entre unos músicos y su público a través de un repertorio exquisito ejecutado de la mejor manera posible. El tono general fue bastante clásico, aunque hubo algunas pequeñas (y agradables) estridencias, como el final de ‘El último hombre en la tierra’, que derivó en un alegre vals circense, o el desasosiego de ‘La carta’, para la que dejaron a oscuras el escenario mientras los músicos creaban atmósferas disonantes con sus instrumentos. Grandísimo trabajo el suyo, tanto en esta como en el resto de las canciones de la noche.

Aunque la escenografía era sobria (quizás buscando que ningún elemento distrajese la atención de los asistentes de lo realmente importante, que era la música), Coque también cuidó el aspecto teatral. Así, por ejemplo, se caló un sombrero para cantar ‘El sombrero’, y a su término, cuando la letra dice “Yo tengo un sombrero aquí y ahora te lo regalo”, lo arrojó al público. También hubo algo de ornamentación cuando el cantante se sentó en un taburete y una maraña de luces descendió sobre su cabeza; pequeños detalles que aportaron dinamismo y elegancia a la velada. De nuevo en pie, llegó el turno de dos canciones en inglés: ‘My beautiful monster’, que en su reciente disco en directo cantó a dúo con Neil Hannon (líder de The Divine Comedy, banda que ha tenido mucha influencia en el barniz orquestal que cubre las últimas composiciones de Coque), y ‘One for my baby’, de Frank Sinatra (“el maestro, el más grande”, dijo al presentarla), que incluyó un guiño al ‘The long and winding road’, de The Beatles.

El público, que se mantuvo en respetuoso silencio durante toda la actuación, dio palmas e incluso cantó el estribillo de la célebre ‘No puedo vivir sin ti’. La única canción en la que no intervino el cuarteto de cuerda fue ‘Hasta el final’, ya en los bises, y la despedida llegó con ‘Me dejó marchar’, que no solo es una de las canciones más emocionantes de Coque Malla, sino del rock español de las últimas décadas. Lo mismo puede decirse de sus conciertos: hacÍa mucho que no pasaba por Pamplona un espectáculo tan potente y logrado.

 

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