Crónica / Doctor Deseo, Villava (Tótem, 24/11/2018)

Doctor Deseo-11

 

Texto y fotos, por Javier Escorzo.

Publicado originalmente en Diario de Noticias.

 

FECHA: 24/11/2018

LUGAR: Sala Tótem

INCIDENCIAS: Muy buena entrada para el último concierto en Navarra de Doctor Deseo. Público muy participativo, tanto en las primeras filas como en la parte trasera.

 

HASTA PRONTO, DOCTOR DESEO

 

Doctor Deseo volvió a visitarnos dentro de la gira de presentación de su último y aclamado álbum, “La fuerza de la fragilidad. Palabras ante el espejo”. Tras varias actuaciones en nuestra tierra, en esta ocasión venían a despedirse hasta 2020 (así lo anunciaron en la publicidad del concierto). El público, que siempre responde a sus llamadas, también lo hizo esta vez, prácticamente llenando la sala Tótem de Villava. Mientras iba llegando, actuó la banda eMe, actual proyecto de Hartiz Harreguy, conocido por su trabajo como responsable de sonido de artistas de la talla de Loquillo, Pasión Vega, Álex Ubago o Ken Zazpi. En su nueva aventura, de la voz se ocupa Nora Izaguirre y también colaboran Eñaut Gaztañaga, de Grises, y Rubén Caballero, antiguo miembro de las bandas de Mikel Erentxun o Ken Zazpi. Sobre las tablas de la Tótem desplegaron su propuesta, basada en la voz de Nora y los sintetizadores. Un acabado vaporoso y envolvente, un universo de atmósferas a las que también ayudaron, y mucho, las luces de la sala y el humo que envolvía a los músicos.

Y por fin llegó el momento de Doctor Deseo. Las luces se apagaron y por la megafonía comenzó a sonar la habitual ‘Je t’aime moi non plus’, de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, una pieza sugerente que sirvió de juego preliminar previo al estallido de pasión que estaba a punto de desencadenarse. El primer tema en ser interpretado fue ‘Alfarera de sueños’, una balada marcada por el sonido del saxo y por su enigmático tempo, para pisar el acelerador inmediatamente después al ritmo de ‘Pequeños héroes’, en la que varios cañones dispararon una lluvia de confeti, y ‘Olas y naufragios’. Francis, con su traje negro y su liga roja sobre la rodilla, su sombrero y su sempiternas gafas de sol, derrochaba magnetismo, contagiando su entusiasmo al público, mientras que la banda clavaba todos los arreglos de manera fiel. Y si la música es (obviamente) importante en la propuesta de Doctor Deseo, también lo son sus mensajes, como el de ‘El cuento de la botella y sus dos mensajes’, todo un alegato en favor de la libertad individual y la diversidad sexual (“Viva la diferencia! ¡Orgullosos de ser raros!”, exclamó Francis a su término). Le siguió ‘De chocolate y vainilla’, sensual y erótica, con esos coros stonianos a los ‘Simpathy for the devil’, y ‘Sigo bailando’, en la que el sonido viró hacia el dance más bailable.

El ritmo se mantuvo muy alto durante la práctica totalidad de la actuación, con escasos momentos para el sosiego. Uno de ellos llegó con ‘Cuánto frío hace en Saturno’, en la que el piano aportó mucha intensidad, o ‘Abrázame’, posiblemente el momento más emocionante de la noche, dedicada a Eskroto e interpretada por un Francis agachado, encogido, cantando con el corazón en un puño. La potencia volvió con ‘Suspira y conspira’ y ‘La chica del batzoki’, antes de que se despidieran con ‘Soñar y desear’. Pero no se alarmen: los doctores volverán a pasar consulta en 2020.

 

Doctor Deseo-24

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