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Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Publicado originalmente en Diario de Noticias.
FECHA: 16/11/2018
LUGAR: Zentral
INCIDENCIAS: Sala llena, entradas agotadas. Dorian son Marc Gili (voz y guitarra), Belly Hernández (teclados y programaciones), Bart Sanz (bajo), Víctor López (batería) y Lisandro Montes (guitarra, teclados y programaciones).
EN NINGUNA OTRA PARTE
El viernes pasado presenciamos otro concierto con entradas agotadas, algo que ya se está convirtiendo en habitual en nuestras salas. En esta ocasión nos visitaba Dorian, banda catalana con catorce años de andadura y éxito creciente tanto en España como en varios países sudamericanos. A Pamplona llegaban, por ejemplo, después de llenar la madrileña sala Riviera durante tres noches consecutivas, logro que no está al alcance de demasiados grupos nacionales. A juzgar por cómo se está desarrollando la gira, parece con que su último disco, “Justicia universal”, publicado hace unos meses, los de Barcelona están consolidando la línea ascendente que llevaban varios años apuntando. A ello habrán contribuido las colaboraciones que contiene (Nita, de Fuel Fandango, Javiera Mena y León Larregui, de Zoé, siendo los dos últimos muy populares en Sudamérica). La mezcla de electrónica, rock independiente y cierta oscuridad ha calado definitivamente entre el público, que ha situado a Dorian entre sus grupos preferidos.
Esa oscuridad a la que nos referimos estuvo presente desde el comienzo en su concierto de Pamplona. Cuando se abrió el telón, apareció la banda, vestida de negro riguroso y con poca iluminación, utilizando mucho los contraluces. Comenzaron con ‘La isla’ y, como quien descorcha una botella de champán, dispararon las emociones del público de la sala (con lanzamiento de confeti incluido). Llamaba la atención lo heterogéneo de los asistentes, con gente muy joven en su mayor parte, pero también algunos más talluditos que conocían bien el repertorio y lo coreaban sin excepción. Siguieron sonando muchas de las canciones de su último trabajo, como ‘Algunos amigos’, ‘Justicia universal’, la más rockera del primer tramo, o ‘Duele’, entre las que fueron intercalando otras más antiguas, como ‘Verte amanecer’ o ‘El temblor’. Al saludar, se mostraron encantados de volver a Pamplona, ciudad que, según ellos mismos dijeron, fue una de las primeras en brindarles cierto apoyo popular.
Escuchando su música, uno llega a la conclusión de que no es tan dura como su imagen podría dar a entender. La estética que utilizan, ya se ha dicho, es bastante oscura, así como la temática de muchas de sus letras, que aborda temas como la noche, las adicciones o la muerte; sin embargo, su música posee grandes melodías pop y muy pocas aristas, como quedó demostrado en piezas como ‘Vicios y defectos’, ‘Buenas intenciones’ o ‘Hasta que caiga el sol’. De hecho, cuando se ponen, son capaces de facturar baladas del calibre de ‘Llévame’, que llenó la sala de manos al aire y bailes agarrados. Aunque su hit por excelencia es, sin duda, ‘A cualquier otra parte’, que fue acogido con júbilo por la absoluta totalidad de la audiencia. En los bises sonaron otros pesos pesados de su discografía (‘Tormenta de arena’ o ‘Los amigos que perdí’), que hicieron, jugando con el título de su himno, que nadie de los allí presentes quisiera estar en ninguna otra parte.
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