Crónica / Loquillo, Tudela (Teatro Gaztambide, 12/10/2013)

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Por Javier Escorzo. Publicado originalmente en Indistanea.

 

Quienes siguen a Loquillo saben que siempre está metido en varios proyectos distintos. Tras la catarsis que supuso Balmoral (2008) se ha embarcado en varias giras, ha publicado un par de libros y puso música a la poesía de Luis Alberto de Cuenca en el magnífico álbum “Su nombre era el de todas las mujeres”. Fue precisamente durante la gira de presentación de este último trabajo cuando anunció que la dureza de los tiempos actuales le obligaba a volver a ocupar la trinchera del rock. Y qué mejor compañía para hacerlo que la de Sabino Méndez, con quien formó un tándem imbatible en los ochenta.

“La nave de los locos” es el fruto de ese reencuentro. Un álbum que recoge temas compuestos por Sabino durante las tres últimas décadas. Los más antiguos datan de la época en la que Sabino formaba parte de Los Trogloditas. Hay otros que ya habían visto la luz en el disco que grabó con Los Montaña y, por supuesto, canciones compuestas en los últimos años. Un trabajo que reúne a dos creadores que conocen su leyenda, pero que prefieren mirar hacia delante en vez de hacia atrás.

El 12 de octubre “La nave de los locos” hizo escala en el teatro Gaztambide de Tudela. En estos tiempos de crisis en los que la mayoría de los grupos se ven obligados a soltar lastre para reducir presupuesto, Loquillo prefiere subir su apuesta: nada menos que seis músicos le acompañan (tres guitarras, teclados, bajo y batería). Una banda de superclases en la que todos suman y, a diferencia de lo que sucede con los políticos, nadie resta, como bien apuntó Loquillo.

La canción que da título al disco fue la primera en sonar; un tema enérgico y con nervio que consiguió meter al público en el concierto desde el primer acorde. Después, una mezcla de himnos de todas las épocas (“Pégate a mí”, “El hijo de nadie”, “Línea clara” o “El hombre de negro”) demostró que el repertorio del Loco siempre ha mantenido altos niveles de calidad. Y lo mismo se puede decir de los músicos que han acompañado a Loquillo a lo largo de su trayectoria: siempre de primerísima fila; qué decir a estas alturas de todos los que formaron parte de los legendarios Trogloditas. Pues bien, los actuales músicos no tienen nada que envidiar a aquellos. Quizás el protagonismo recaiga sobre la veteranía de Jaime Stinus y la pasión de Igor Paskual, pero detrás de ellos están Santi Comet, Alfonso Alcalá, Laurent Castagnet y Josu García dando forma a una maquinaria infalible.

Y capitaneando el equipo, Loquillo. Un antiguo jugador de baloncesto que celebra la buena interpretación de las canciones como si fuesen canastas. Cierra el puño y sonríe mientras busca la complicidad en los rostros de sus compañeros de equipo. Utilizando un símil baloncestístico, se podría decir que el concierto de Tudela fue algo así como el concurso de mates de la NBA. Una combinación de contundencia y espectacularidad, para regocijo del público que llenaba el teatro. “Cruzando el paraíso”, “Carne para linda”, “La mataré”, “Contento”… Al final, un “Ritmo de garaje” adaptado a la edad actual de su intérprete (“Tu hija no lo dice, no, pero me mira mal…”), y un “Rock’n’roll star” con recadito incluido al ministro Wert. Incluso una aclamadísima versión del “Qué hace una chica como tú en un sitio como éste” de Burning, una de las bandas fetiche del Loco.

“Haz los honores, Igor”. Con esas palabras Loquillo invitó a su guitarrista a tocar la introducción del “Cadillac solitario”, sin lugar a dudas una de las canciones más míticas del rock nacional. Y mientras el amanecer nos sorprendía dormidos y borrachos en un viejo Cadillac de segunda mano, el concierto finalizó. Los músicos se despedían satisfechos mientras el público aplaudía de pie. Por megafonía sonaba “Heroes” de David Bowie. La nave de los locos emprendía rumbo a su siguiente concierto.

 

Si quieres ver las fotos de este concierto, pincha aquí.

 

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