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Texto y fotos, por Javier Escorzo.
Publicado originalmente en Diario de Noticias.
FECHA: 15/12/2018
LUGAR: Baluarte
INCIDENCIAS: Muy buena entrada, rozando el lleno. El público contempló en respetuoso silencio el espectáculo, que fue excelente en todas sus facetas: música, interpretación, escenografía, decorados, iluminación, sonido…
LOVE OF LESBIAN EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
Lo dijo el guitarrista de Love Of Lesbian, Julián Saldarriaga, en un momento de la actuación: su grupo se había ido haciendo cada vez más grande, acostumbrado a recintos multitudinarios y a enormes montajes escénicos. La lógica del mercado y de la industria discográfica parecía pedir que diesen un paso hacia algo todavía más mastodóntico, pero ellos han decidido concederse un capricho; así hay que entender la gira “Espejos y espejismos”, una auténtica exquisitez ideada para ser representada lejos del circuito de festivales y que reparte su valor artístico entre el repertorio menos obvio del grupo y una serie de elementos escenográficos más propios del mundo del teatro que del de la música.
Así, por ejemplo, el concierto comenzó con un monólogo recitado por una voz en off que desembocó en la canción ‘Tragaluz’. Los músicos tocaban sus instrumentos entre un montón de cajas de embalaje de las que, posteriormente, irían saliendo diferentes sorpresas. Continuaron con ‘Cuestiones de familia’, una de tantas joyas escondidas en aquel ‘1999’, el disco que les catapultó al éxito, y ‘Contraespionaje’. Con solo tres canciones ya pudo comprobarse que el concierto se iba a parecer bien poco a lo que los catalanes acostumbran a ofrecer en sus giras convencionales. Por ejemplo, cuando interpretaron ‘En busca del mago’, salió un actor caracterizado de mago, aportando así un componente teatral a la interpretación del grupo. Tras un primer tramo en el que la banda estuvo concentrada, pero poco comunicativa, Santi y Julián se quedaron solos al borde del escenario para interpretar ‘Niña imantada’ y ‘Mi primera combustión’, momento que aprovecharon para bromear con el público.
Parece que ese paréntesis les sirvió para sacudirse los nervios, porque cuando volvió a aparecer la banda todo transcurrió con mayor fluidez. Fue entonces cuando llegaron los temas más contundentes, ‘Carta a todas tus catástrofes’ y ‘Océanos de sed’. Sin embargo, el tono predominante fue pausado en lo musical y melancólico en lo que se refiere a los textos, dejando fuera de la ecuación, por una vez, la vis cómica del grupo. La barra libre de distorsión y electricidad continuó con ‘La noche eterna’, en la que un brillante juego de luces consiguió que conviviesen sombras chinescas con las imágenes reales del escenario. Y en una noche en la que todo salió a pedir de boca, también hubo lugar para el error, como sucedió en ‘Planeador’, en la que tuvieron que parar y comenzar de nuevo. Dio igual, pues esa es, en opinión de quien esto escribe, una de las mejores canciones de toda su carrera. La representación teatral, presente durante toda la velada, llegó a su punto culminante en ‘La parábola del tonto’, en la que Santi terminó cantando dentro de una gigantesca bolsa de plástico.
Una voz en off recitó el poema “Los amantes”, de Julio Cortázar (de hecho, pareció la voz del propio autor en alguna grabación antigua). Fue el preludio de la siempre emocionante ‘Los males pasajeros’, un tema “difícil de cantar sin que se quiebre la voz”, según reconoció Santi al concluirla. Quizás para desatascar el nudo emocional, Santi y Julián bajaron al patio de butacas para cantar, entre chanzas, ‘Segundo asalto’, antes de acometer la recta final con ‘Un día en el parque’, ‘El poeta Halley’ y ‘Oniria e Insomnia’, que puso al teatro en pie. Resulta encomiable que un grupo que podría poner el piloto automático para viajar de festival en festival, decida, de repente, devanarse los sesos para ofrecer un espectáculo tan elaborado. No es ningún espejismo. Como en la obra de Lewis Carroll, el público atravesó el espejo y pasó dos horas y media en el pais de las maravillas.
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