Crónica / Sílvia Pérez Cruz, Pamplona (Teatro Gayarre, 16/01/2015)

Silvia-15

 

Crónica y fotos por Javier Escorzo.

 

Con un elegante vestido rojo se presentó Sílvia Pérez Cruz ante un abarrotado Teatro Gayarre. Entre musa indie y diva del bel canto, la catalana ofreció dos horas de emoción y buen gusto. Un paseo por canciones que, como dijo, le son familiares.

Estuvo escoltada por un exquisito quinteto de cuerda (dos violines, viola, contrabajo y violonchelo) que arropó su voz en todo momento. La importancia del acompañamiento no es menor: el espectáculo se llama “Sílvia Pérez Cruz entre cuerdas”, y sus magníficos arreglos brillaron durante toda la velada. Tras dos años de gira, Sílvia reconoció que por fin había conseguido que tocasen sin partitura y, según dijo, así pasaban más cosas.

Aunque la piedra angular fue, evidentemente, la maravillosa voz de Sílvia. Unas veces la dejaba brotar y desbocarse como un torrente, y otras veces la convertía en susurro y la quebraba. Su principal virtud no es la ingente variedad de registros que comprende, sino su innata capacidad de emocionar al oyente. El objetivo nunca es el lucimiento personal de la cantante, sino dar a la canción lo que ésta necesita. Así sucedió desde que abrió el concierto con ‘Tonada de luna llena’.

Después fue desgranando algunos clásicos del repertorio iberoamericano, como el bolero ‘Noche en el río’, la peruana ‘Mechita’ o ‘La tarde’, que ya registró en el álbum “En la imaginación”, grabado junto al navarro Javier Colina, a quien se la dedicó. También interpretó canciones más cercanas a ella, como ‘Nao sei’, compuesta por la propia Sílvia, o ‘Vestida de nit’, que tiene música de su padre y letra de su madre (quien, por cierto, estaba presente en el teatro). Al final de esta última canción aprovechó para presentar a los miembros del quinteto de cuerda, mientras intercalaba partes de otras canciones tan sorprendentes como ‘Las mañanitas del rey David’ o ‘Rehab’ de Amy Winehouse.

Se descalzó para cantar a Lluis Llach, contagió la risa al público con su jovial forma de hablar, se emocionó con versos de García Lorca, sorprendió a todos con ‘La Lambada’ y quiso despedirse con el ‘Gallo negro, gallo rojo’ de Chicho Sánchez Ferlosio.

Quiso, pero no pudo. O mejor dicho: no le dejaron. El Teatro Gayarre estaba en pie y no paraba de aplaudir. Así que Sílvia tuvo que dejar en el suelo los dos ramos de flores que acababan de regalarle, habló con los músicos y ofrecieron una versión de ‘Cucurrucucu paloma’, que no estaba prevista.

Lo había dicho al principio de la actuación: “Que las canciones sean tristes y que nosotros estemos contentos”. Al salir del Teatro y volver al frío de la calle, los rostros de los asistentes se veían sonrientes y felices. Fue el bálsamo que sólo la música pueden ofrecer.

 

Si quieres ver las fotos de este concierto, pincha aquí.

Si quieres leer la reseña de “11 de novembre”, pincha aquí.

Si quieres leer la reseña de “granada”, pincha aquí.

Silvia-19

Your email is never published or shared. Required fields are marked *

*

*